2015-07-18

Como ovejas sin pastor

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XVI domingo tiempo ordinario



Se fueron en la barca a un sitio desierto y apartado, pero les vieron ir, y muchos supieron dónde iban y, a pie, de todas las ciudades, concurrieron a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, vio una gran muchedumbre y se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles con calma.
Mc 6, 30-34

El buen pastor se conmueve

Jesús cuida de los suyos. Después de enviarlos de dos en dos a predicar, busca un tiempo de paz y sosiego para hablarles al corazón. Está formando a los futuros apóstoles y quiere darles descanso. Pero no puede. Tal fue el éxito de su misión que las gentes los seguían por todas partes. “Ni tiempo tenían para comer”.

Esta es la gran misión de la Iglesia: anunciar incansablemente el Reino de Dios en el mundo. Jesús renuncia a su espacio de tranquilidad y reposo por el bien del gentío. “Vio a una multitud y se compadeció, porque andaban como ovejas sin pastor”

Cuánta gente deambula sin horizontes claros, perdida, buscando sin encontrar, intentando dar un sentido a su existencia. Jesús no podía desatender esa llamada de la gente perdida. Tampoco puede hacerlo la Iglesia. Debe responder a las inquietudes de la sociedad de hoy.

“Y se puso a enseñarlos con calma”

La Iglesia no descansará de ayudar a la gente a encontrar sentido a su vida. No puede dormir. Son muchos los que necesitan luz en su corazón, los que ansían escuchar palabras de aliento y esperanza. Jesús es la imagen de la Iglesia. Viendo tanta  gente sin fe, sin pastores, sin guía, necesitada de llenar el anhelo de su alma, no puede darse reposo.

Cuando la gente se aparta de su Creador se seca por dentro. Le falta el agua viva y el motivo que anima su existencia entera. Los cristianos tenemos la gran tarea de estar atentos y disponibles, dedicándonos sin prisa, con calma, a construir espacios de cielo en este mundo.

Somos responsables en el mundo

El trabajo de la Iglesia también debe interpelar a los falsos pastores que predican bien, pero no viven de acuerdo con sus palabras. La coherencia vital es clave en los líderes del pueblo. Aquellos que ejercen una labor pastoral o pedagógica tienen en sus manos una enorme responsabilidad. De ellos depende que puedan suscitar la fe y dar un testimonio creíble.

Vivimos las tragedias que azotan los países de África y Oriente Medio. El Papa nos pide rezar por las víctimas inocentes y, muy especialmente, por los responsables políticos, para que sepan discernir que su servicio público no se entiende si no es desde el amor y la justicia. Los gobernantes tienen la responsabilidad de armonizar los intereses y derechos de unos y otros, respetando la identidad de cada país.

No podemos dejar de predicar, pero tampoco de rezar y ser solidarios con el alma de los inocentes que sufren injustamente.

Dios nos puede dar la paz interior que necesitamos para no cansarnos jamás de luchar. Cada cristiano se convierte en un pastor allí donde está: en su familia, en su entorno vecinal, en su trabajo. Allí donde vive está transmitiendo valores a la sociedad y a las personas que lo rodean. La oración nos dará fuerzas para que nunca se agote el torrente de aguas cristalinas que Dios hace manar en nuestro corazón.

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