2006-06-15

La Trinidad: Dios es una familia

Dios es comunidad

El misterio de la Trinidad nos revela las entrañas de Dios, lo más profundo de su corazón. Dios es una única naturaleza y tres personas. ¿Cómo entenderlo? La Iglesia ha hecho un gran esfuerzo para explicarlo y llegarlo a comprender.

Dios es Padre y Creador. Decide entrar en la historia de la humanidad a través de Jesús y en el devenir de la Iglesia a través del Espíritu Santo. Nunca os dejaré solos, dice Jesús. Y así es.

Hoy atravesamos épocas difíciles. Parece que entramos en una era glacial espiritual. La fiesta de la Trinidad nos recuerda que dentro de Dios hay una familia, una unidad inquebrantable. Son tres en uno, con la misión de santificar el mundo y hacer el Reino de Dios presente en la tierra.

Dios Padre

Dios Padre está muy lejos de esa imagen que algunas tendencias culturales han transmitido, de un Dios juez y fiscalizador. Dios no es autoritario ni coarta nuestra libertad. Es un Dios amigo. Aún más, es un padre. De ahí que nosotros podamos dirigirnos a él como hijos. ¡Qué diferente es hablara Dios como a un padre! Jesús lo llamaba Abbá, palabra cariñosa que significa, literalmente, papaíto. Dios ama tanto a sus hijos que les da completa libertad, sin condicionamiento alguno, permitiendo que, incluso, puedan volverse contra él y matar a su hijo. No desea una relación interesada ni mercantilista. No quiere un amor a cambio de favores. Siempre estaremos en deuda con él, pero Dios es inmensamente generoso. Tan sólo hemos de reconocer su gratuidad. Nos regala el universo entero, el cielo estrellado, el canto de los pájaros, la luz de un amanecer o la belleza del ocaso, la sonrisa de los niños y la madurez de los ancianos. ¡Dios es bueno!

Dios Hijo

El Hijo tiene una sintonía especial con Dios pues lo ve como padre. Por él, es capaz de sacrificarlo todo, incluso la vida. Y trabaja para que todos conozcan la palabra de Dios. Es un empresario del Reino de Dios en el mundo. El Hijo, Jesús, es nuestro hermano y nos acompaña en nuestra trayectoria como creyentes. Jesús cura, perdona, obra milagros. No por hacer algo espectacular, sino para hacernos felices. La intención de los milagros es siempre pedagógica o terapéutica, jamás de vanagloria.

El Espíritu Santo

El Espíritu Santo es un hermoso don. Lo tenemos dentro. Si este don explotara, el mundo entero cambiaría. No podemos ignorar la potencia del amor de Dios. Deberíamos guardar una profunda devoción a la Santísima Trinidad. Nuestras liturgias comienzan en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esta es nuestra realidad cristiana más genuina. Dios se nos hace vivo en la eucaristía, como regalo del Hijo, a través del pan y el vino. La misa tiene una profunda dimensión trinitaria.

Ser amigos de Dios

La fiesta de la Trinidad nos invita a ser amigos de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Cómo cultivar esta amistad?

A Dios Padre le podemos rezar de muchas maneras. Ante la belleza de la creación, podemos elevar un canto de alabanza, una bendición, podemos hacer poesía, arte. Podemos disfrutar de un paseo junto al mar, al atardecer, o subir a una montaña. Tal como nos narra el Génesis, Dios paseaba con Adán a la caída de la tarde, por el paraíso.

Amar a Dios Hijo se traduce en obras de amor. La participación en la Eucaristía, no obligada, sino vivida como una invitación, es un gesto sublime de caridad.

¿Cómo ser amigos del Espíritu Santo? Dejándonos llenar por él. A veces no es necesario hablar tanto. Ya somos templo, sagrario del amor vivo del Espíritu Santo. Albergándole en nuestro interior, nos convertimos en llamaradas que arden en amor hacia los demás e iluminan el mundo.