Retrato del corazón de Dios
La narración del hijo pródigo es una de las más bellas del Nuevo Testamento. Jesús revela las entrañas del corazón misericordioso de Dios para con su criatura. El padre del hijo pródigo, pese a saber que con él su hijo lo tiene todo, respeta con delicadeza su libertad, aunque sabe que es una decisión que hará sufrir a los dos. Esta ruptura conmueve al padre, pero deja marchar a su hijo libremente. El padre misericordioso se asoma cada atardecer para divisar en lontananza si ve llegar a su hijo. Su corazón está volcado ante su posible regreso.
Por otra parte, el hijo, después de dilapidar su herencia, siente la necesidad de volver. Echa en falta el calor del padre. Lejos se siente solo y vacío, pensando en todo lo que ha perdido. Para el padre esta separación sólo ha sido un paréntesis. Él espera con ansia la vuelta de su hijo.
El hijo vuelve porque, pese a su orgullo, tiene la certeza absoluta en su corazón de que el padre lo acogerá de nuevo. Por eso regresa convencido. Padre e hijo se abrazan. El dolor y el arrepentimiento del hijo se funden en la profunda alegría del padre. El abrazo acaba con una hermosa fiesta de reencuentro.
La lógica del perdón
Pero, en estas ocasiones, la bondad y la misericordia no siempre son entendidas. Es la postura del hermano mayor, que siente celos y se enfada con su padre por lo que ha hecho con su hermano menor. De nuevo se produce un alejamiento y una ruptura. El que no se había ido está lejos del corazón del padre. Éste vuelve a sentir otro dolor: el de su hijo mayor, que también lo tiene todo, pero no entiende su amor misericordioso. A pesar de todo, el padre quiere continuar la fiesta. Porque su hijo pequeño estaba lejos y ha vuelto; lo daban muerto y lo han recobrado vivo.
Muchas veces no entendemos la lógica del amor y del perdón de Dios. Los cristianos estamos dentro de una comunidad, dentro del mismo corazón de Dios. Hemos de entender que uno de los rasgos característicos del cristiano es el perdón. Sin perdón no puede haber fiesta ni eucaristía. El perdón es una de las claves del amor de Dios al hombre.
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