
Dios no quiere reprimirnos ni someternos: nos quiere completos, sanos, realizados y creativos. Su amor transforma toda nuestra existencia. Pero antes, nosotros hemos de ponerla en sus manos, como aquellos criados que llenaron las jarras de agua y las presentaron ante Jesús.
Leer la reflexión completa aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario