2016-02-06

Pescadores de hombres

5º domingo ordinario - C

Isaías 6, 1-2a. 3-8
Salmo 137
1 Corintios 15, 1-11
Lucas 5, 1-11


Las tres lecturas de hoy relatan tres escenas que impresionan. Son tres experiencias profundas de Dios, que van acompañadas de un giro radical en la vida de tres personas y que tienen una consecuencia: después de esa vivencia, viene una llamada, una vocación a proclamar lo que se ha vivido.

Isaías tiene una visión de Dios en el templo, que lo llena de temor y lo sacude por dentro. No sólo ve la grandeza de Dios, sino su pequeñez y su condición de pecador. Pero Dios no va a destruirlo: el ascua ardiente que el serafín pone en su boca es fuego que alumbra y quema, pero no aniquila. Es fuego purificador: desde ese momento Isaías quedará libre de culpa, de miedos y ataduras, libre de pecados. Su palabra será fuego. Y responderá de inmediato a la llamada del Señor: ¿A quién enviaré? ¡Aquí estoy, mándame!

Pablo explica su misión: proclamar la buena noticia de Jesús, muerto y resucitado, que nos abre las puertas a una vida eterna. El origen de su vocación no es fruto de un plan, ni de una filosofía o un pensamiento elaborado, sino de un encuentro que ha dado un vuelco a su vida. Cuando Jesús se aparece a los suyos, nadie queda igual. Tampoco Pablo: encontrarse con Jesús le ha encendido adentro una llama que jamás se extinguirá. Su pasión evangelizadora no se detendrá ante peligros, amenazas ni ante la misma muerte. Jesús le da fuerza, coraje y libertad para no temer nada.

En el evangelio nos encontramos con Pedro, el pescador curtido y cansado de bregar sin obtener buena pesca. Cuando Jesús le pide remar mar adentro y echar las redes a otro lado, le está diciendo algo más que volver a la faena. Le está pidiendo que no tema, que se abra a nuevos horizonte, a nuevas formas de hacer; que se fíe de él, que se fíe de Dios. Ante la pesca copiosa, Pedro experimenta un golpe de gracia. Como Isaías, se reconoce ínfimo y pecador y ve con lucidez quién es Jesús. ¡Apártate de mí, Señor…! Pero Jesús tampoco quiere que se quede en el asombro y el miedo. «No temas, desde ahora serás pescador de hombres.» La experiencia de encuentro con Dios nos transforma radicalmente. Puede asustarnos, pero después nos fortalece y nos libera de todos nuestros lazos, mentales, culturales, psicológicos… Nos prepara para decir sí a una bella misión: anunciar su amor a todo el mundo. 

Descarga el texto en pdf aquí.

No hay comentarios: