XXVI domingo tiempo ordinario
“Le dijo Juan:
Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba los demonios y no es de los
nuestros, se lo hemos prohibido. Jesús les dijo: No se lo prohibáis, pues
ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí. El que no
está contra nosotros, está con nosotros
...Si tu mano te
escandaliza, córtatela. Mejor te será entrar manco en la vida que con ambas
manos ir a la gehenna, al fuego inextinguible, donde ni el gusano muere ni el
fuego se apaga”...
Mc 9, 37-47
Nadie tiene la exclusiva de la verdad
Jesús amonesta a sus
discípulos porque éstos quieren impedir que otros, no pertenecientes a su
grupo, curen y prediquen en su nombre.
Jesús quiere dejar muy
claro que él no tiene la exclusiva del bien. Reconoce que puede haber otras
personas que también estén en sintonía con él, aunque no formen parte de los
suyos. Y no sólo no lo impide. Él sabe que, en lo más hondo de su corazón,
están con él. ¡Cuántos grupos religiosos, congregaciones, movimientos creen
tener la exclusiva del evangelio! Hacen pasar su espiritualidad por encima del
mismo Jesús. Ésta ha de tener su fundamento en Jesús y en su evangelio. Si no es así, están creando
una línea religiosa particular. Los líderes de estos movimientos han de vigilar
en no caer en la tentación de pensar que sus palabras son palabra de Dios. La
arrogancia religiosa puede llegar a ser un pecado de orgullo.
Por encima de la
ideologización del evangelio está la caridad, y esta implica ser muy
comprensivo y tolerante, aceptar y amar al que es diferente, ¡incluso al
enemigo! Esta es la auténtica actitud cristiana ante la diversidad.
Las palabras de Jesús
abren la puerta al enorme esfuerzo ecuménico que debe llevarse a cabo, por
parte de la Iglesia ,
pero también por parte de las otras confesiones.
Arrancar de nosotros ciertas actitudes
La segunda parte del
texto es muy conocida e impacta por su dureza y radicalidad. “Si tu mano te
hace pecar, arráncatela”, ...“Y si tu pie te hace caer, córtatelo; más te vale
entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al abismo”.
En primer lugar, no
podemos interpretar literalmente este texto. La exégesis nos muestra que todos
los escritos de la Biblia
deben interpretarse para no caer en confusiones. El evangelio está escrito en
clave de oferta salvífica, no de condena. Por esto la teología nos enseña que
muchas de las lecturas evangélicas son géneros literarios, formas didácticas
para transmitir un mensaje.
No podemos tomar estas
palabras de Jesús al pie de la letra. Dios no quiere que nos autoagredamos,
¡lejos del Dios amor que nos inflijamos tales daños! Con estas imágenes tan
duras, Jesús está aludiendo a las actitudes humanas. No se trata de cortar manos y
pies, sino de arrancar todas aquellas conductas que nos impiden crecer humana y
espiritualmente, apartándonos de Dios y de los demás.
Manos creadoras
Las maravillosas manos
humanas están hechas para recrear la creación, para acariciar, para trabajar,
para rezar... También son manos hechas para ser generosas, para dar. Todo
cuanto hagamos con las manos, que no sea constructivo y lleno de amor, equivale
a ser manco. Nuestra pereza o falta de generosidad nos cortan las manos y las
hacen inútiles. Las manos tampoco pueden servir para dañar y herir.
Hermosos son los pies del mensajero...
Los pies, que nos
sostienen y nos llevan, deben moverse y caminar siempre para acercarnos a las
demás personas, para andar hacia Dios, para salir a anunciarlo y recorrer los
caminos del mundo. “Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la
buena nueva del Señor”, reza un verso de la Biblia. Así , nuestros pies
están hechos para caminar incesantemente, para servir y para amar, como María,
que corrió a la montaña para asistir a su prima Isabel, encinta.
Dios no quiere que nos
cortemos los pies. El no corta nuestras alas. Pero, ¡cuánta cojera espiritual
podemos ver hoy en día! Somos cojos, tetrapléjicos espirituales, cuando nuestro
egoísmo, nuestra desidia o nuestros reparos nos impiden caminar y entregarnos a
los demás.
Los ojos de Dios
Finalmente, los ojos, ese
don tan grande, están hechos para saber ver a Dios. El evangelio nos llama a contemplar
a Dios en el acontecer diario, leyendo los signos de los tiempos, adivinando su
presencia en la belleza, en la naturaleza y en los demás. En cambio, a veces es
necesario cerrarlos a todo cuanto nos perjudica y nos aleja de Dios. Cuántas
cosas vemos que no sólo nos apartan del amor, sino que nos aíslan o nos
distancian de nuestros hermanos, de la belleza y del bien ―como la televisión basura, y tantas otras―. No seamos ciegos espirituales. Sepamos ver a
Dios en el envés de la realidad. Nos dará una visión diferente y profunda del
mundo. Y nos hará ver la belleza oculta dentro de cada corazón humano.
1 comentario:
muchas gracias padre por sus palabras, por su explicación y su mensaje, por ayudarnos a comprender la palabra salvifica de Dios, encontré hace unos días su blog y me encantaron sus reflexiones evangelicas, muy pedagogicas y emotivas, pues llegan al corazón del creyente. Dios lo bendiga y reciba un fuerte abrazo desde argentina, mas precisamente desde la Ciudad de San Miguel de Tucumán!!
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