2016-06-16

¿Quién es el Hijo del hombre?

12º domingo ordinario  - C

Zacarías 12, 10-11, 13, 1
Salmo 62
Gálatas 3, 26-29
Lucas 9, 18-24


Las lecturas de hoy tratan un tema crucial: la identidad de la persona y su razón de ser. Este tema suscita las preguntas más acuciantes: ¿Qué es el ser humano? ¿Quién soy yo? ¿Qué sentido tiene mi vida?

En la lectura del profeta Zacarías vemos a un pueblo derrotado que añora tiempos mejores. Pero en medio del llanto y el luto, Dios hace una promesa: vendrá un día de gracia y clemencia, en que el pueblo esté preparado para recibir el amor de un Dios traspasado. Su cuerpo herido será manantial que limpiará todas las impurezas del pueblo: un agua viva que renovará todo lo que está muerto y sin esperanza.

San Pablo en la carta a los Gálatas proclama que, por la fe en Cristo Jesús, todos somos hijos de Dios. Esta es nuestra identidad más certera y más profunda. ¡Hijos de Dios! No simples criaturas, ni juguetes de los dioses, como creían los antiguos. ¡Hijos amados! Pero ¿acaso todo ser humano no es hijo de Dios? Sí, pero no es lo mismo serlo por naturaleza que ser conscientes de ello, por revelación y por fe. Quien se sabe hijo de Dios, amado por él, vivirá de otra manera. Su existencia ya no será un cúmulo absurdo de casualidades: forma parte del plan de Dios, que tiene un sueño inimaginable para cada cual. Saber que un Amor infinito es nuestro origen y nuestro destino conforma toda una vida abierta a posibilidades insospechadas, más allá de los condicionantes familiares, sociales e históricos.

Los sabios clásicos decían: conócete a ti mismo. Para ello la filosofía y la psicología ofrecen muchas herramientas. La Biblia nos propone otro camino. ¿Quieres conocerte? Conoce a Dios y sabrás quién eres. Pero ¿cuál es la identidad de Dios? En el evangelio Jesús pregunta a sus discípulos. La gente piensa muchas cosas de él, pero Pedro afirma: Tú eres el Mesías. Y Jesús los avisa: no digáis esto a nadie. ¿Por qué? Porque Mesías, para los judíos de aquel tiempo, significaba un líder religioso y político dispuesto a tomar las armas para alcanzar el poder y convertirse en rey. Esta idea era justo lo contrario de lo que Jesús pretendía hacer. 

¿Quién es el Mesías según Dios? ¿Quién nos salva y nos libera? Un Mesías afectuoso, cercano y humilde, que no exige muertes, sino que da su vida por amor. Un Mesías que se niega a sí mismo, es decir, que renuncia al egoísmo y al dominio para derramarse por los demás. Aquí está la verdadera identidad no sólo de Jesús, sino de todo ser humano: en el dar. ¿Queremos encontrarnos a nosotros mismos? Démonos. Entreguémonos a nuestros semejantes. Derramemos nuestra vida por amor. Sólo así, perdiéndonos, encontraremos nuestra identidad más genuina y nuestra vida será completa, hermosa y plena.

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