2024-09-27

¡Ay del que escandalice!

26º Domingo Ordinario - ciclo B

Evangelio: Marcos 9, 38-48

El evangelio de hoy sigue el diálogo que leímos la semana pasada. Jesús está enseñando a sus discípulos. Estos, no sólo compiten por ser los primeros, sino que se creen un grupo especial, privilegiado, porque están junto al Maestro. Así, Juan el Zebedeo comenta a Jesús que han visto a otro echando demonios en nombre de Jesús y han querido prohibírselo, porque «no viene con nosotros». Jesús lo riñe y acaba con esta frase tajante: «El que no está contra nosotros, está a favor nuestro».

No al elitismo

¡Cuánto tendría que decir Jesús, hoy, de los cristianos actuales! Tanto de los católicos como de los evangélicos y protestantes. Porque, al final, cada grupo cree ser el mejor, el más perfecto, el más fiel, el auténtico… Nadie está exento de este orgullo de casta. Jesús viene a derribar cualquier elitismo de la Iglesia. No por ser seguidores de… o por pertenecer a una comunidad u otra somos mejores ni únicos. Cuando hablamos de «hermanos separados» refiriéndonos a los cristianos de otras confesiones, quizás deberíamos preguntarnos si a Jesús le gustaría oír esta expresión, y reflexionar quién se está separando más de Jesús.

Nadie tiene la exclusiva del reino de Dios. Muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia, creyentes devotas y alejadas, están cerca del corazón de Dios porque aman, sirven, son generosas y buscan el bien. Expulsan el mal del mundo con su actuar solidario y honesto. Y si respetan y aprecian el nombre de Jesús, ¡mejor que mejor! Cuantas veces la Iglesia, que debería ser camino hacia Jesús, ha sido más bien una barrera. Cuántas veces los escándalos de la comunidad cristiana han desanimado o provocado el rechazo entre los que podrían acercarse. Cuidado.

Escandalizar: romper la confianza

Jesús continúa: quien os da un vaso de agua porque sois míos, no quedará sin recompensa. Es decir, que si queremos amar y servir a Jesús, debemos aprender a verlo en sus pastores, sacerdotes y en todo cristiano. Amar a Dios es amar a sus hijos.

Pero después Jesús pronuncia una de las frases más duras del evangelio. ¡Ay del que escandalice a uno de estos pequeños que creen! Más le valdría que le ataran una rueda de molino al cuello y lo arrojaran al mar.

¿Qué pensar de estas palabras? ¿A qué se refiere Jesús? En primer lugar, a los creyentes de buena voluntad. Los llama «pequeños» porque, igual que los niños, tienen el corazón abierto y confían. Traicionar la confianza de alguien que cree causa una herida tremenda. Así, cuando algunos miembros de la Iglesia abusan de los otros, aprovechándose de ellos, o dando ejemplo pésimo de corrupción y de hipocresía, están causando un daño muy difícil de reparar. Bien lo sabemos porque últimamente se han desvelado muchos casos de escándalos eclesiásticos, y los medios se han cebado en ellos. Pero, ojo, porque también causan daño los que calumnian injustamente, faltando a la verdad, tanto a los sacerdotes como a personas con responsabilidad. Una acusación en falso puede hundir a la víctima y a toda una comunidad. Escandalizar es romper algo tan precioso como la confianza. Jesús apela a la coherencia, a la sinceridad y a la caridad. Si viniera hoy, seguramente abroncaría a ciertas personas y grupos de la Iglesia, pero también lanzaría palabras contundentes contra los medios y los políticos hipócritas, que se escandalizan ante los pecados de la Iglesia pero ellos fomentan y caen en otros mucho peores.

El arte de la renuncia

Si esto nos parece poco, Jesús prosigue con otras frases difíciles de asimilar. «Si tu mano te hace pecar, córtatela; más te vale entrar manco en la vida…». Aquí es donde vemos que las escrituras deben leerse e interpretarse. Si tomamos en sentido literal lo que dice Jesús, ¡todos acabaríamos mutilados, tuertos y cojos! Y no, el Jesús que cura a los ciegos y hace caminar a los tullidos no nos quiere a pedazos. Nos quiere enteros, sanos y fuertes de cuerpo y de espíritu. Cortar significa renunciar: es una forma de expresar el dominio de sí y el saber decir no. Hay cosas en nuestra vida que son como cánceres que nos corroen, y Jesús nos alerta. Hay que decir no a todo lo que nos hace tropezar, caer, dañar, faltar a la caridad y descuidar lo más importante en nuestras vidas. Cortar con aquellas cosas que nos «enganchan» y nos hacen adictos, quitándonos energía y lucidez. Cortar con todo lo que nos enferma, nos adormece y nos altera, impidiéndonos crecer. Esto es lo que nos pide Jesús. ¿Duro? Más duro es no seguir sus palabras y quedar esclavizados por el mal. Seguir las enseñanzas de Jesús nos lleva a la libertad y a la vida plena.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé lo que nos diría Jesús a los cristianos de hoy. Pienso que procuramos vivir el mandato nuevo: Amaos unos a otros como yo os he amado. Creo que Caritas es una muestra, organizada e impulsada por la Iglesia. Sí que tenemos muchos fallos. También los tuvieron los apóstoles y Jesús les confió la Iglesia.

Anónimo dijo...

Gracias por compartir tan bellas y necesarias reflexiones. La Palabra se acerca más a los corazones y a la vida.

Anónimo dijo...

Gloria a Dios esta enseñanza nos ayuda en nuestra espiritualidad.