Juan, el precursor
El pueblo judío vive expectante ante la venida del Señor. Juan el Bautista predica su inminente llegada. Y muchos, en este contexto, le preguntan: “¿Qué tenemos que hacer?”. La respuesta de Juan contiene una fuerte carga social y moral, que implica una profunda conversión: compartir los bienes, no abusar de los cargos ni aprovecharse del poder sobre los demás… Para el Bautista la expectación implica un cambio profundo y radical de los corazones. Muy especialmente apela a la generosidad y la solidaridad con los más necesitados. Juan anuncia que el que tiene que venir elevará aún más las exigencias evangélicas.
Bautizar con Espíritu Santo y fuego significa que del ritualismo se pasa a la entrega generosa de la propia vida. Refiriéndose a Jesús, Juan dice: El os bautizará con la fuerza del amor de Dios, que transformará totalmente vuestras vidas.
Conversión de vida
En un momento en que el mundo está falto de esperanza, cabe preguntarse qué hemos de hacer. Esta pregunta es tan importante como cuestionarnos qué debemos saber o tener.
Saber implica conocimiento; tener alude a nuestra riqueza. Hacer refleja una actitud moral. Cuanto hacemos tiene que ver con nuestros valores y con aquello en que creemos.
San Juan Bautista exhorta a sus seguidores. Estos le están pidiendo una orientación moral, y él les da varias indicaciones, que son pistas para los creyentes de hoy.
La primera de todas es compartir. En un mundo donde se dan enormes desigualdades e injusticias, Juan propone una ética solidaria y generosa. El estado se ocupa de atender una parte importante de las necesidades sociales. Pero no debe ser el único. La sociedad también debe preguntarse qué hacer ante los retos que se presentan.
Otras recomendaciones que da Juan se refieren al abuso de poder y de autoridad. Con esto, nos está invitando a reflexionar sobre nuestra vida y a replantearnos nuestra conducta.
En todos nuestros ámbitos
¿Qué hacer en los diferentes ámbitos de nuestra vida? Podemos ir revisando uno por uno.
En la familia, ¿qué hacemos para mejorar nuestras relaciones, la comunicación, la afectividad?
En el ámbito social, ¿cómo mejoramos nuestra relación con nuestros vecinos, nuestros compromisos públicos, nuestro trabajo?
En la comunidad de creyentes, ¿cómo podemos aportar más?
En nuestra relación con Dios, ¿qué podemos mejorar?
Dios nos ha creado para el amor. La gran respuesta a esta pregunta: ¿qué hemos de hacer?, es ésta: Amar. Olvidarse de uno mismo. Darse cuenta de que el yo no tiene sentido sin un tú; es el “nosotros” el que tiene sentido y nos hace crecer. Estamos llamados a vivir como familia de Dios.
En esta familia, la esperanza es nuestro estandarte. Trabajar por la paz es nuestra gran misión.
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