Jesús sorprende e incluso escandaliza a los hombres de su tiempo con estas palabras: "El que come mi carne y bebe mi sagre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida".
¿Somos conscientes de que cada domingo la Eucaristía nos ofrece a Cristo, vivo, con nosotros? ¿Sabemos lo que significa tomarle? ¿O acaso esta realidad nos sigue resultando tan incomprensible y lejana hoy, igual que a los judíos de hace dos mil años?
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