Fiesta de la Sagrada Familia – ciclo C
Eclesiástico 3, 2-6. 12-14.
Salmo 127
Colosenses 3, 12-21
Lucas 2, 41-52
Las tres lecturas de hoy
son densas y hermosas: hablan de la realidad humana más entrañable y esencial,
la familia. Todos hemos nacido en una familia. Más o menos estable, con traumas
y con amor, con unión y rupturas, la familia es la tierra donde nuestra vida
arraigó, y es la raíz de la que procedemos.
La Biblia nos exhorta a
amar y honrar nuestras raíces, especialmente a los padres. Los psicólogos dicen
que la persona no madura bien si su relación con los progenitores no es sanada
y reconciliada. Hoy nuestras sociedades envejecen y vemos a muchísimos hijos
que deben afrontar el deterioro físico y mental de sus mayores. En muchos casos
esto supone un problema, una molestia, y los abuelos son aparcados, en casa o
en asilos donde esperan la muerte en soledad y no siempre son tratados con
dignidad. El Papa Francisco ha advertido muchas veces sobre la cultura del
descarte, para la cual los ancianos, los impedidos, los que ya no son
productivos, se convierten en una carga de la que nadie quiere ocuparse. Las
instituciones asistenciales suplen de manera insuficiente la falta de
humanidad, tiempo y cariño de unas familias desintegradas, donde cada cual
persigue sus metas individuales sin ganas de sacrificarse y dedicar tiempo a
los más frágiles.
Todos envejeceremos,
todos seremos dependientes y falibles algún día. ¿Cómo aceptar esta
vulnerabilidad? San Pablo en su carta a los Colosenses nos da pistas valiosas. Revestíos de misericordia, de bondad, de
humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos.
Bañad vuestras relaciones de afecto y ternura. Tened paciencia. Perdonad y dad
todo el amor que desearíais. ¿Puede haber mejor consejo? Si las familias
adoptaran este vestido que indica
Pablo, cuántos problemas dejarían de serlo y se convertirían en situaciones
desafiantes, sí, pero también en oportunidades para mostrar nuestro amor y
reforzar los vínculos que nos unen.
Jesús mismo, siendo Dios,
se sujetó a la vida familiar, aceptando la autoridad de sus padres y dejándose
educar por ellos. Su escapada en el templo de Jerusalén es un atisbo de lo que
sería su misión futura, marcada por la audacia, la libertad y el desapego de
los lazos familiares. Pero, hasta que llegó su hora, Jesús demostró que podía
cultivar su fidelidad al Padre del cielo sin dejar de amar y honrar a sus
padres de la tierra.
Descarga la homilía en pdf aquí.
3 comentarios:
Una vez más , me ha encantado tu escrito, y como siempre pura realidad a ser pensada y dentro de lo posible, cambiada . Aún ha tempo , el amor aún puede y deve vencer!
Totalmente de acuerdo,Padre. No obstante,respecto al tema del cuidado de los mayores,simplemente no siempre podemos. No por no querer o por egoísmo sino porque una persona dependiente,necesita el cuidado de expertos.De otra forma podemos causarle una lesión o incluso lesionarnos quienes cuidamos. Además,convivir con una persona en esa situación puede generar un estrés que acabe en enfermedad de quienes atendemos/cuidamos. Entonces¿qué hacemos? Recurrir a expertos en la materia que den la mejor atención a la persona dependiente.
Son lecturas preciosas que nos hacen reflexionar. Respecto a cuidar a los mayores, concuerdo con la persona de más arriba que a veces es necesario recurrir a profesionales, ya sea en casa o en un centro. Esto, si se hace bien, es cuidar con dignidad. Lo importante es que no se pierdan los vínculos. Es verdad que tal como está montada la sociedad hoy las cosas se ponen difíciles. Pero siempre hay caminos, cuando se quiere. El amor busca la manera.
Publicar un comentario