2021-12-30

Santa María Madre de Dios

Guardar las cosas en el corazón

Decía san Agustín que María, antes de concebir a Jesús en su vientre, ya había alojado a Dios en su corazón. ¡Madre de Dios! Es el título quizás más bello e impresionante de María. Madre de su mismo Creador, madre del Padre de todos. Madre, por tanto, de todas las criaturas y del universo entero. En su corazón estamos todos, y a todos nos llega su amor.

Las lecturas de hoy nos hablan de la paternidad de Dios: un Dios que, como padre amoroso, mira con ternura a sus hijos. Se repite esta expresión en el libro de los Números y en el salmo 66: Dios hace brillar su rostro sobre nosotros. Esa luz es la gracia que se derrama sobre María. Nadie más que ella llevó a Dios en su vientre, nadie ha sido inmaculado como ella, desde su concepción. Pero llevar a Dios en el corazón y ser inmaculados por la sangre de Cristo que nos lava… ¡lo podemos ser todos!

Y a eso estamos llamados. María es nuestra maestra. Como ella, todos podemos guardar estas cosas, meditándolas en el corazón. ¿Qué cosas? No llenemos el corazón de frivolidades y basura. No lo llenemos de rencores, envidias y fantasías irreales. Llenémoslo de lo único que nos puede saciar, de lo que nos sana, nos da vida y nos llena de fuerza y alegría. Llenémoslo de Dios. Llenémoslo de sus enseñanzas, de su amor, de su paz. Llenémoslo de experiencias de donación, de generosidad, de entrega amorosa, de afecto. Así, preñados de Dios, como María, nuestra vida será fecunda y plena.

San Pablo nos recuerda que, gracias a Jesús, podemos llamar a Dios Abba, papá, y sentirnos hijos. No somos esclavos de un Dios tirano ni huérfanos de un universo sin Dios. Somos hijos amados de un padre tierno. De la misma manera, podríamos decir que tenemos una madre, María. ¿Por qué no llamarla a ella, cariñosamente, mamá? Santa Teresita decía que no podía imaginarse a la Virgen como una reina grandiosa, solemne, elevadísima, ante la que caer de rodillas. Más bien, decía, la imagino como una madre que hace crecer a sus hijos, que no los abruma ni los avasalla, que se pone a su nivel, con sencillez. Una madre tierna, cariñosa, discreta, que trabaja, reza y sostiene a su familia sin querer destacar ni subirse a un pedestal. Como tantas madres están haciendo en estos días de fiestas familiares: cocinan, compran, friegan, acogen, atienden… Dejan que los demás sean los protagonistas, cuando son ellas las que sostienen el hogar. Sin ellas quizás no habría verdadera fiesta. Ellas mantienen el fuego de todas las casas, la llama viva de todas las familias. Así es María: fuego en el hogar grande de la Iglesia, fuego en el hogar de cada familia. Tengámosla presente y aprendamos, como ella, a guardar todas esas cosas, las que de verdad importan, en el corazón. 


2021-12-25

Festividad de la Sagrada Familia - C

¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?
Lucas 2, 41-52

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2021-12-17

4º Domingo de Adviento - C

«Bienaventurada tú, que has creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá.» Lucas 1, 45 María visita a Isabel. Ambas están encintas, ambas esperan a dos niños que cambiarán la historia de su pueblo. El encuentro desborda de alegría: Isabel prorrumpe en alabanzas y elogios a María, por su humildad y su fe.

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2021-12-10

3 Domingo de Adviento - C

«Yo os bautizo con agua... Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.»

Lucas 3, 10-18
La llamada a la conversión de Juan Bautista es muy actual. No basta creer y esperar, hay que cambiar radicalmente de actitud si queremos recibir ese reino de Dios nuevo que ya llega. La esperanza activa se traduce en gestos cotidianos y muy concretos, que están al alcance de todos, pero que piden un compromiso firme.

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2021-12-02

2 Domingo de Adviento - ciclo C

«Voz del que grita en el desierto: preparad el camino al Señor.»
Lucas 3, 1-6
En tiempos de crisis necesitamos voces proféticas. Hace dos mil años la voz de Juan Bautista se elevó para llamar a sus gentes a la conversión. Hoy, su mensaje no ha perdido vigencia. Es necesario despertar, mirar la realidad con ojos nuevos y enderezar el rumbo de nuestra vida.

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