Este blog pretende reflexionar sobre los evangelios dominicales de los tres ciclos litúrgicos, proporcionando un material que ayude a laicos y a sacerdotes a hacer una lectura del mundo de hoy a la luz de la palabra de Dios.
2023-06-30
13º Domingo Ordinario A
2023-06-23
12º Domingo Ordinario - A
2023-06-16
11º Domingo Tiempo Ordinario - A
Dolencias de espíritu
Jesús, con mirada compasiva hacia el gentío, pone de
manifiesto su misión sanadora. La multitud está hambrienta de paz, de justicia,
de esperanza. Jesús percibe en ellos fatiga y desorientación. Están como ovejas
sin pastor. Y les da a sus discípulos el poder de curar toda clase de dolencia.
Esa es una misión fundamental del grupo apostólico, ligada a
su vocación: sanar, resucitar, salvar. En otro texto leímos que no necesitan de
médico los sanos, sino los enfermos. El
autor sagrado se refiere a las dolencias existenciales y espirituales, el no
tener razones suficientes para vivir y carecer de una visión trascendente de la
vida puede llegar a enfermar nuestro corazón lleno de orgullo.
La Iglesia ,
sanadora
Jesús se da cuenta de que las gentes necesitan un guía que
les ayude a orientar sus vidas. Cuántas personas vemos sin norte, y cuántas
personas están vacías. La misión de
Jesús también nos dice que la mies es mucha y los obreros
pocos. “Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”. Ahora, más
que nunca, es necesario que haya cristianos vocacionados y responsables que
consagren su vida a dar aliento y fe a los que no tienen. Los cristianos
estamos llamados a vivir con entusiasmo ante la desidia que invade nuestra
cultura relativista. Estamos tan enfrascados en nuestras preocupaciones que
somos incapaces de darnos cuenta de que alrededor nuestro tenemos a mucha gente
que sufre y está desorientada.
Herederos de una misión
Nosotros somos transmisores de ese ímpetu de los apóstoles
que tuvieron muy clara su vocación de servicio y de sanación. El autor sagrado
se detiene y va enumerando, uno por uno, sus nombres. Esto tiene su
importancia, en cuanto a que está dando un relieve especial a los inicios
humanos de la misión apostólica, una historia que comenzó con llamadas
personales, de tú a tú, a cada uno de ellos. En el centro de esta misión está
el servicio, especialmente a los enfermos y a los pobres.
Hoy, Jesús nos recuerda que todos los que celebramos esta
eucaristía hemos sido llamados a prolongar la misión de los apóstoles y a
dedicar nuestra vida a comunicar la buena nueva.
Lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis
Todos hemos recibido el don de la fe gracias al coraje de
otros. La muerte y resurrección de Jesús y el inicio entusiasta de los
apóstoles nos ha llevado a que hoy estemos presentes celebrando el memorial de
Jesús en la eucaristía. Si gratis lo hemos recibido, gratis, y a tiempo y a
destiempo, como dice san Pablo, estamos llamados a anunciar la palabra de Dios.
Si la gente se enfría y se aparta de
2023-06-09
Corpus Christi - El cuerpo y la sangre de Cristo
El
pan es un alimento básico y es símbolo, también, de aquello que necesitamos
para vivir. Pan equivale a vida, a sustento. La Biblia nos presenta el pan como
un regalo de Dios para nutrir a su criatura humana. En el desierto, Israel pudo
sobrevivir gracias al maná. Con ese alimento Dios mostró al pueblo que cuidaba
de ellos: no dejó que perecieran de hambre.
Pero
el libro del Deuteronomio tiene una frase que después recogerá Jesús: No sólo de pan vive el hombre, sino de todo
cuanto sale de la boca de Dios. ¿Qué significa esto? La persona humana no
es sólo cuerpo físico. Tenemos un alma, y así como el cuerpo necesita pan, el
alma necesita otros alimentos para vivir y crecer. Ese alimento es todo lo que sale de la boca de Dios. Es
comida su aliento, su palabra, su ley, pero sobre todo su amor, que nos hace
vivir y nos sostiene en la existencia.
Jesús
se presenta a sí mismo como pan del hombre. Pocos lo entienden, ¿cómo se puede
comprender que lo comamos a él? ¿Cómo va
este a darnos de comer su carne?, se preguntan los judíos. Los primeros
cristianos, vistos desde afuera, eran tachados de caníbales y sus prácticas
religiosas, aberrantes. ¿Cómo entender el sacramento de la eucaristía, que es
fundamento de nuestra fe? Más aún, ¿cómo entender que en ese pedacito de pan
está Cristo, entero, y que está presente en todas las formas consagradas, de
manera que todos lo podamos tomar?
Es un misterio enorme, pero no menos grande que el misterio de nuestra existencia y la del universo. Sólo puede interpretarse con una clave: el amor paternal y maternal de Dios. Sólo el amor puede descifrar esas palabras enigmáticas, que de tanto oírlas ya no nos impresionan, y deberían dejar una huella profunda en nosotros. ¡Comemos a Cristo! ¡Estamos comiendo a Dios! Dios está dentro de nosotros, corriendo por nuestras venas, asimilándose bajo nuestra piel. Estamos llenos, empapados, penetrados de Dios. ¿Cómo podemos quedarnos igual, después de tomarlo? ¿Cómo podemos salir de misa fríos o indiferentes, o tal como entramos? Dios está en nosotros. Su presencia nos une unos a otros, es el pan de la comunión, como afirma san Pablo. Si ya se hizo pequeño al encarnarse, ¡cuánto más se ha humillado haciéndose pan, materia inerte, harina molida y cocinada para ser nuestro alimento! Y lo ha hecho para dar de comer a nuestra alma, para que nuestra vida espiritual no agonice ni perezca de hambre. Tanto como el pan físico necesitamos el pan del cielo. Y ¿qué mejor pan que el mismo Dios? Es hermoso y heroico ver a las personas que aman, entregándose a los demás. Jesús lo hace en grado sumo: se entrega a sí mismo de manera que todos lo podamos tomar porque quiere alimentarnos, fortalecernos y darnos su vida a todos. Hoy, en la fiesta del Corpus Christi, tenemos sobrados motivos para sentirnos inmensamente felices, inmensamente amados.
2023-06-02
Santísima Trinidad
Dios
Trinidad es un concepto que a veces resulta difícil de entender. ¿Un Dios y
tres personas? ¿Tres en uno? Para muchos es un politeísmo solapado; para otros
Dios es solo el Padre y Jesús fue simplemente un gran profeta, un hombre bueno,
lleno de Dios. ¿Y el Espíritu Santo? Queda diluido entre las dos personas, como
una especie de energía entre Padre e Hijo. ¿Cómo entender este misterio, que
pronunciamos cada vez que nos santiguamos y cada vez que iniciamos la misa? Las
tres lecturas de hoy nos dan pistas esclarecedoras. Dios es uno, pero no es un
solitario, sino una familia, una triple relación de amor que se despliega y es
capaz de engendrar todo un universo, poblado de seres vivos y de personas
semejantes a él. El amor es fecundo e implica relación y comunicación.
Leyendo
el Éxodo, vemos cómo Israel es consciente de que Dios está con ellos. Dios es
compañero, guía y protector en el camino. Aunque sean un pueblo de dura cerviz,
Dios no les abandona. La oración de Moisés es esta: Señor, ven con nosotros,
perdónanos, tómanos como tuyos. Cuídanos. Te pertenecemos. He aquí la primera
persona de la Santísima Trinidad: un padre amoroso rico en clemencia, un Dios
solidario.
Pero
¿cómo mostrar amor si no hay a quien amar? No hay amante sin amado. Si Dios es
amor, debe desplegar esta energía amorosa de alguna manera. Así es como Dios
también incluye la persona del Hijo, que se encarna y se hace hombre. El amor
del Padre se vuelca en el Hijo, y el Hijo le corresponde. Este amor al Hijo se
traslada a toda criatura y, muy en especial, a los seres humanos. Como afirma
san Juan en su evangelio, Dios envía a su Hijo al mundo no para juzgarlo ni
condenarlo, sino para salvarlo. En otras palabras: Dios no nos ha creado para
luego castigarnos, sino para que vivamos con gozo, una vida plena que valga la
pena ser vivida. Y envía a Jesús para ayudarnos y mostrarnos esta vida. Jesús
nos enseña a corresponder al amor de Dios, uniéndonos a él e imitando su
generosidad.
Finalmente, en toda relación de amor hay tres pilares: el amante, el amado y el amor que fluye entre ellos y que engendra vida. Es el Espíritu Santo, el aliento sagrado de Dios que aletea entre Padre e Hijo y que infunde vida a toda la creación. Este Espíritu es el que nos une y permite que haya amor entre nosotros. Por eso Pablo, cuando bendice a su comunidad de Corinto, alude a las tres personas de la Trinidad, en una oración muy hermosa: la gracia de Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros. Es decir, que nunca nos falten la salud y la alegría que trae Jesús, el amor incondicional y desbordante del Padre y la fuerza que nos une como hermanos, el fuego del Espíritu Santo. Vivimos arropados y alentados por este amor de nuestro Dios trinitario. Tenemos muchos motivos para estar contentos y hoy, en la fiesta de la Trinidad, es un momento especial para celebrar que somos inmensamente amados.