Dolencias de espíritu
Jesús, con mirada compasiva hacia el gentío, pone de
manifiesto su misión sanadora. La multitud está hambrienta de paz, de justicia,
de esperanza. Jesús percibe en ellos fatiga y desorientación. Están como ovejas
sin pastor. Y les da a sus discípulos el poder de curar toda clase de dolencia.
Esa es una misión fundamental del grupo apostólico, ligada a
su vocación: sanar, resucitar, salvar. En otro texto leímos que no necesitan de
médico los sanos, sino los enfermos. El
autor sagrado se refiere a las dolencias existenciales y espirituales, el no
tener razones suficientes para vivir y carecer de una visión trascendente de la
vida puede llegar a enfermar nuestro corazón lleno de orgullo.
La Iglesia ,
sanadora
Jesús se da cuenta de que las gentes necesitan un guía que
les ayude a orientar sus vidas. Cuántas personas vemos sin norte, y cuántas
personas están vacías. La misión de
Jesús también nos dice que la mies es mucha y los obreros
pocos. “Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”. Ahora, más
que nunca, es necesario que haya cristianos vocacionados y responsables que
consagren su vida a dar aliento y fe a los que no tienen. Los cristianos
estamos llamados a vivir con entusiasmo ante la desidia que invade nuestra
cultura relativista. Estamos tan enfrascados en nuestras preocupaciones que
somos incapaces de darnos cuenta de que alrededor nuestro tenemos a mucha gente
que sufre y está desorientada.
Herederos de una misión
Nosotros somos transmisores de ese ímpetu de los apóstoles
que tuvieron muy clara su vocación de servicio y de sanación. El autor sagrado
se detiene y va enumerando, uno por uno, sus nombres. Esto tiene su
importancia, en cuanto a que está dando un relieve especial a los inicios
humanos de la misión apostólica, una historia que comenzó con llamadas
personales, de tú a tú, a cada uno de ellos. En el centro de esta misión está
el servicio, especialmente a los enfermos y a los pobres.
Hoy, Jesús nos recuerda que todos los que celebramos esta
eucaristía hemos sido llamados a prolongar la misión de los apóstoles y a
dedicar nuestra vida a comunicar la buena nueva.
Lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis
Todos hemos recibido el don de la fe gracias al coraje de
otros. La muerte y resurrección de Jesús y el inicio entusiasta de los
apóstoles nos ha llevado a que hoy estemos presentes celebrando el memorial de
Jesús en la eucaristía. Si gratis lo hemos recibido, gratis, y a tiempo y a
destiempo, como dice san Pablo, estamos llamados a anunciar la palabra de Dios.
Si la gente se enfría y se aparta de
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