“Deja que los muertos entierren a sus muertos”, dice Jesús al hombre que quería seguirle. Le daba un sí, pero con condiciones. De ahí esa respuesta rotunda. Seguir a Jesús es caminar a la intemperie, sin seguridades. La única certeza es saber que caminamos hacia el Padre. Pero el camino no es fácil y está lleno de riesgos. Unirse a Jesús y caminar con él es tener claro que siempre estaremos en su corazón y que el cielo nos espera en la meta. Pero no tendremos nada seguro en el mundo.
Leer aquí toda la reflexión.
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