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Pero en aquellos días,
después de aquella tribulación, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su resplandor,
y las estrellas caerán de los cielos, y astros se tambalearán. Entonces verán
venir al Hijo del Hombre sobre las nubes, con gran poder y majestad…
Mc 13, 24-32
En Dios superamos las dificultades
Con un tono apocalíptico,
Jesús se dirige a los suyos. En el fondo, Jesús nos está comunicando que, por
encima de todas las calamidades y dificultades, siempre sale el sol de la
esperanza. Después de un crudo invierno llega la suavidad de los colores de la
primavera.
Muchas veces, en nuestra
vida, podemos sentir angustia, vemos cómo nuestros grandes valores parecen
perder su brío y toda nuestra existencia se tambalea. El evangelio de hoy nos
llama a tener serenidad y confianza en Dios. Ni un átomo del universo se mueve
sin que él lo quiera. Él está con nosotros.
Pero, más allá de una
lectura existencial, Jesús nos quiere decir algo más hondo. Podemos extraer la
dimensión moral y espiritual de sus palabras. Para muchos sociólogos y
sicólogos, más allá de una crisis económica el mundo atraviesa una crisis de
valores. Se multiplican problemas como el deterioro del medio ambiente, la
desigualdad económica entre el norte y el sur, la corrupción política, el
neoliberalismo exacerbado, el terrorismo, las injusticias hacia los más pobres,
la falta de visión ética de los gobernantes… ¿No creemos que el universo de
nuestras estructuras y organizaciones se está derrumbando?
Las consecuencias de
apartarse de Dios
Una falta de visión moral
sobre nuestros actos provoca situaciones límite. Si todo va hacia el abismo es
porque en el fondo queremos apartar del mundo a aquel que lo ha erigido: el
mismo Dios. Por respeto y amor a la libertad del hombre tal vez Dios se retire
sigilosamente, permitiendo que ocurran estos acontecimientos y las
consecuencias a veces catastróficas de sus actos. Pero ni los cielos
artificiales, ni las ideas, ni la ciencia ni la tecnología pueden quitar el
sitio a Dios.
Cuando nos apartamos de
la luz, todos quedamos en las tinieblas y nos precipitamos hacia el vacío.
Pero, a pesar de todo, a todos aquellos que aman Dios nunca los dejará de lado.
Él siempre aparecerá entre las nubes del egoísmo para darnos esperanza.
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