Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Jesús les mandó que no lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Mc 7, 31-37
La curación siempre estuvo unida a la misión de Jesús. El anuncio del Reino de Dios no son sólo palabras: va acompañado de una acción de amor efectiva hacia las personas, especialmente hacia las que más sufren. Las sanaciones de Jesús son actos de liberación, no sólo de la enfermedad física, sino de la carga moral que los judíos concedían a las dolencias. Para un judío, padecer una enfermedad o discapacidad era señal de pecado, de castigo. Jesús, curando, libera de culpabilidad al enfermo y lo abre al amor de Dios.
Mc 7, 31-37
La curación siempre estuvo unida a la misión de Jesús. El anuncio del Reino de Dios no son sólo palabras: va acompañado de una acción de amor efectiva hacia las personas, especialmente hacia las que más sufren. Las sanaciones de Jesús son actos de liberación, no sólo de la enfermedad física, sino de la carga moral que los judíos concedían a las dolencias. Para un judío, padecer una enfermedad o discapacidad era señal de pecado, de castigo. Jesús, curando, libera de culpabilidad al enfermo y lo abre al amor de Dios.
1 comentario:
Este comentario viene a recordarme las clases de marketing en las cuales el profesor hacía especial énfasis, buscando mis apuntes he localizado varias notas sobre el escuchar a los demás, he seleccionado algunas notas que expreso;
Escuchar bien (de verdad) nos permite avanzar con paso seguro en nuestros proyectos, nos descubre nuevas oportunidades y consolida nuestras relaciones. Escuchar nos aporta claridad y evita malentendidos . Cuando escuchas con atención, puedes descubrir qué es lo que piensa y necesita quien te habla. Eso te permite detectar nuevas necesidades que muchas veces tú mismo puedes solucionar. Basta con estar atento. Una relación clara y fluida, basada en un auténtico diálogo, tiene muchas posibilidades de mantenerse a lo largo del tiempo. Puedes darle la vuelta: es complicado que alguien quiera seguir trabajando contigo cuando ni siquiera le escuchas…
Solemos creer que escuchar es algo muy sencillo que todos sabemos y solemos hacer; un acto reflejo al que estamos acostumbrados. Pero no es así. Escuchar no es oír. Es mucho más: Muchas veces no nos fijamos en lo que el interlocutor quiere decirnos, y caemos en el error de quedarnos, exclusivamente, con aquello que nosotros queremos escuchar: la parte que nos agrada, o que refuerza nuestros puntos de vista y nuestros valores. Y eso no es escuchar. Escuchar implica una voluntad de entender a la otra persona. Si lo piensas, hay mucho de empatía en el acto de escuchar, porque para entender a nuestro interlocutor, debemos ponernos en su papel. Cada vez resulta más complicado escuchar. Y es normal. Cada vez tenemos más estímulos, y nuestra atención sigue siendo limitada. Vamos corriendo de un sitio a otro, de una actividad a otra, y al final no somos capaces de dedicar toda nuestra atención a lo que otra persona quiere decirnos. A esta falta de atención hay que sumar que nuestra memoria es débil, y que como mucho conseguimos acordarnos de la mitad de lo que nos cuentan.
En resumen, aprender a escuchar requiere un poco de entrenamiento.
La comunicación verbal es como la punta del iceberg de lo que el interlocutor está expresando. Si sólo te fijas en las palabras, puedes que te estés perdiendo la mitad del mensajes. Fíjate en los gestos, en el tono de voz, en la expresión facial, el movimiento de las manos, la velocidad y el énfasis del discurso. Estas pistas pueden indicarte, incluso mejor que las palabras, cuál es realmente la situación anímica y la intención del interlocutor. No olvides que estamos bastante entrenados en decir aquello que queremos decir, pero no somos tan buenos controlando nuestro lenguaje corporal.
Para que haya comunicación, tiene que haber al menos dos actores. Si uno de ellos habla al vacío, eso es un monólogo. Todos somos conscientes de ello, y por eso agradecemos la intervención puntual de nuestro interlocutor. Ojo, porque en este caso, responder no equivale a ofrecer tu punto de vista. Eso siempre sabemos hacerlo bien…el método más sencillo es que trates de formular con tus palabras lo que el interlocutor ha dicho -una especie de recapitulación- para que él mismo te confirme que es eso lo que quería decir.
Entrando más exactamente en tu comentario de hoy, una cosa es hablar, y otra bien distinta, comunicar. Lo primero puede hacerlo cualquiera, pero lo segundo tan sólo está al alcance de quienes saben por qué y para qué se dirigen a otras personas.
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