6 domingo ordinario ciclo B from Joaquin Iglesias
Dios quiere la mediación de
En aquel tiempo se acercó a
Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
―Si
quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió
la mano y lo tocó diciendo:
―Quiero:
queda limpio.
La lepra se le quitó
inmediatamente y quedó limpio.
El lo despidió,
encargándole severamente:
―No se
lo digas. a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece
por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó
a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía
entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun
así acudían a él de todas partes.
Mc 1, 40-45
La compasión de Jesús
La misericordia de Jesús
se extiende como sus palabras, llenas de vida y de un mensaje absolutamente
novedoso. Su voz, su mirada amorosa y su ternura tienen la capacidad de curar a
mucha gente.
El texto nos narra la
petición de un leproso para que lo sane de su enfermedad. El leproso suplica,
de rodillas ante Jesús: Si quieres, puedes limpiarme. El desespero y la
angustia llegan como una oración a gritos hasta el corazón de Jesús. Y el autor
nos revela la profunda compasión que lo mueve, ante el clamor y los ruegos
estremecedores.
Jesús conoce el profundo
dolor que siente el enfermo. Su compasión hacia los desvalidos es infinita, por
eso actúa hacia ellos con inmediata solicitud. Pero, como vemos en todos sus
milagros, antes de curar, Jesús pregunta al enfermo. No abandona su actitud
pedagógica: quiere reafirmar el deseo del enfermo de curarse. Cara a cara,
mirándolo a los ojos, quiere contar con su libre voluntad y su sí.
Salud física y espiritual
Jesús tiene en cuenta la
dimensión sociológica y vital del enfermo. Entiende el sufrimiento del leproso,
pero no quiere que su situación lo prive de su libertad. Si pide sinceramente,
movido por un deseo firme de sanar, más allá de la desesperación, Jesús podrá
obrar el milagro y liberarlo del peso de su enfermedad.
El leproso quedó limpio,
dice el evangelio. Cuando nuestro corazón se abre libre y sinceramente Dios
puede hacer el milagro de sanar todo aquello que hace impura nuestra vida. Él
nos puede limpiar de aquello que empaña nuestro corazón, en especial, la
soberbia, el orgullo y la petulancia.
Cuando nos falta oxígeno
espiritual nuestra vida interior queda seriamente limitada. Cuántas personas
padecen de esas otras lepras que les quitan la luminosidad en el rostro y les
hacen vivir atrapadas en la oscuridad. Jesús siempre extiende sus manos
amorosas y nos toca con dulzura para sanarnos. Él desea nuestra salud y quiere
que nuestra vida esté llena de sentido.
La salud siempre va
profundamente ligada a aquello que somos, creemos y vivimos. Si nuestra vida se
fundamenta en sólidos valores religiosos y nuestra espiritualidad es rica e
intensa, tendremos fuerza y coraje para aceptar las dificultades y asumir los
desafíos que se nos presentan. Sabremos tomar las decisiones más acertadas, que
afectarán a nuestra salud física y espiritual. Jesús nos quiere sanos de alma y
de cuerpo porque solo los puros y los limpios de corazón verán a Dios. La fe en Jesús nos lava totalmente.
Dios quiere la mediación de la
Iglesia
Finalmente, Jesús añade
algunos elementos a destacar. Por un lado, pide al leproso que tenga prudencia
y no proclame a los cuatro vientos su curación. Jesús no desea la fama, sino
servir y hacer un bien real a todos aquellos que confían en él. Y, por otra parte,
lo envía a los sacerdotes para completar su purificación. Con este gesto,
demuestra que no quiere actuar al margen de la institución religiosa de su
pueblo. Cuenta con la intervención de los sacerdotes como puentes hacia Dios.
¡Qué importante es este matiz!
En este caso, la lectura
nos lleva al sacramento del perdón y la reconciliación. Dios perdona a través
de sus ministros, que ejercen la función de Cristo. No podemos negar la
mediación eclesial. Cuando Jesús dice a Pedro: sobre ti edificaré mi iglesia, y aquellos a quienes perdones los pecados, les quedan perdonados, nos
está mostrando que Dios quiere la mediación de la comunidad eclesial,
especialmente a través de sus sacramentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario