2 domingo de Pascua - B from Joaquin Iglesias
Aquel mismo día, siendo ya tarde y estando
cerradas las puertas del lugar donde se hallaban reunidos los discípulos, por
miedo de los judíos, vino Jesús y, apareciéndose en medio de ellos, les dijo:
Paz a vosotros. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Se
llenaron de gozo los discípulos al ver al Señor. El repitió: Paz a vosotros.
Como el Padre me envió, así os envío también a vosotros.
Jn 20,19-31
El miedo que cierra el corazón
Al
anochecer de aquel primer día de la semana la fe de los apóstoles no era
todavía clara. Iban despertando poco a poco de todos los acontecimientos que
habían ocurrido en Jerusalén. El primer día de la semana, según el calendario
cristiano, es el domingo ,
el día en que nosotros, cristianos de nuestro tiempo, vamos despertando a la
fe, receptores directos de la Palabra
de Dios.
El
texto dice que las puertas de la casa estaban cerradas por miedo. Pero los
apóstoles también tenían cerrado el corazón, y eso les impedía comprender. El
miedo es paralizante, nubla toda certeza, engendra un mar de dudas. El temor
hace que uno se encierre en sí mismo y se olvide de los demás. ¿Cómo desbloquea
Jesús el miedo? Dando la paz,
como príncipe de la paz. Jesús
irrumpe en nuestras vidas, nos pide que salgamos de nosotros mismos y dejemos a
un lado esos temores que nos paralizan. En medio de nuestra oscuridad
existencial, Jesús se hace presente como un rayo de luz y nos dice: Paz a
vosotros. La paz es
importante, pues todo proceso de crecimiento en la fe pasa por la paz interior.
Les
enseñó las manos y el costado, porque los discípulos necesitaban tiempo para
entender. También nosotros, en muchas ocasiones, tenemos pruebas suficientes de
que Dios Padre nos ama y, sin embargo, nos cuesta creer. Por eso Jesús sale a
nuestro encuentro y nos dice: ¿Todavía no creéis? Entrad en mi corazón,
verificad mi existencia. Cuando despertamos a la fe y sentimos esa certeza la
alegría nos llena y nos empuja a ir corriendo a transmitir nuestra experiencia
del Cristo resucitado.
Nos da la paz y una misión
Jesús
les dice por segunda vez: Paz a vosotros. Es entonces cuando provoca en ellos
el estallido pascual. Al gozo del reencuentro, lo sigue una misión: Como el Padre me envió, así yo también os
envío a vosotros. Jesús no es posesivo ni elitista. No retiene a sus
discípulos junto a él ni quiere que su mensaje se limite a unos pocos. Quien se
encarna en Jesús, no se queda nada para sí, no permanece quieto, sino que va a
anunciar la Buena
Noticia a todo el mundo. La sociedad de hoy necesita de
nuestro testimonio para acercarse a Dios. Esta es la misión de la Iglesia , recibida de Jesús
y dirigida a todos los cristianos.
Continúa
Jesús: Recibid al Espíritu Santo. A quienes
le perdonéis los pecados les quedarán perdonados, a quien se los retengáis les
quedarán retenidos. ¿Qué quiere decir Jesús con esto?
Por un
lado, nos exhorta a ir a buscar a las gentes y acercarlas a Dios. Nos enseña
que es importante estar siempre dispuestos a perdonar y a recibir el perdón, ya
que sin perdón no hay alegría ni paz. Para cumplir esta misión, nos envía al
Espíritu Santo, que nos dará la fuerza necesaria para expandir la gran noticia.
Todos
los bautizados hemos recibido ese mismo aliento de Dios. Si estamos dispuestos
a dejarnos llevar por la fuerza del Espíritu, podremos acercar a la Iglesia a muchas personas
alejadas, y con nuestro testimonio podremos contagiar a los demás la alegría
del Cristo resucitado y viviente en medio del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario