3r domingo de Adviento
“Las muchedumbres le
preguntaban: Pues, ¿qué hemos de hacer? El respondía: El que tiene dos túnicas,
dé una al que no tiene, y el que tiene alimentos haga lo mismo…
Hallándose el pueblo
en ansiosa expectación y pensando todos entre sí de Juan si sería él el Mesías,
Juan respondió: Yo os bautizo en agua, pero llegando está otro más fuerte que
yo… El os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego”.
Lc 3, 10-18
Juan, el precursor
El pueblo judío vive expectante ante la venida del Señor.
Juan el Bautista predica su inminente llegada. Y muchos, en este contexto, le
preguntan: “¿Qué tenemos que hacer?”. La respuesta de Juan contiene una fuerte
carga social y moral, que implica una profunda conversión: compartir los
bienes, no abusar de los cargos ni aprovecharse del poder sobre los demás… Para
el Bautista la expectación ha ir seguida por un cambio profundo y radical de
los corazones. Muy especialmente apela a la generosidad y la solidaridad con
los más necesitados. Juan anuncia que el que tiene que venir elevará aún más estas
exigencias.
Bautizar con Espíritu Santo y fuego significa que del
ritualismo del agua se pasa a la entrega generosa de la propia vida. No hay
mayor purificación que la del corazón que se da, inflamado en amor. Refiriéndose
a Jesús, Juan dice: él os bautizará con la fuerza del amor de Dios, que
transformará totalmente vuestras vidas.
Conversión de vida
En un momento en que el mundo está falto de esperanza, cabe
preguntarse qué hemos de hacer. Esta pregunta es tan importante como
cuestionarnos qué debemos saber o tener.
Saber implica
conocimiento; tener alude a nuestra
riqueza. Hacer refleja una actitud
moral. Cuanto hacemos tiene que ver con nuestros valores y con aquello en que
creemos.
San Juan Bautista exhorta a sus seguidores. Le están
pidiendo una orientación moral y él les da varias indicaciones, que son pistas
para los creyentes de hoy.
La primera de todas es compartir. En un mundo donde se dan
enormes desigualdades e injusticias, Juan propone una ética solidaria y
generosa. El estado se ocupa de atender una parte importante de las necesidades
sociales. Pero no debe ser el único. La sociedad también debe preguntarse qué
hacer ante los retos que se le presentan. Paliar la pobreza es una
responsabilidad que nos atañe a todos.
Otras recomendaciones que da Juan se refieren al abuso de
poder y de autoridad. Con esto, nos está invitando a reflexionar sobre nuestra
vida y a replantearnos nuestra conducta.
En todos nuestros ámbitos
¿Qué hacer en los diferentes ámbitos de nuestra vida?
Podemos ir revisando uno por uno.
En la familia, ¿qué hacemos para mejorar nuestras
relaciones, la comunicación, la afectividad?
En el ámbito social, ¿cómo mejoramos nuestra relación con
nuestros vecinos, nuestros compromisos públicos, nuestro trabajo?
En la comunidad de creyentes, ¿podemos aportar más?
En nuestra relación con Dios, ¿qué podemos mejorar?
Dios nos ha creado para el amor. La gran respuesta a esta
pregunta: ¿qué hemos de hacer?, es ésta: Amar. Olvidarse de uno mismo. Darse
cuenta de que el yo no tiene sentido sin un tú; es el “nosotros” el que tiene
sentido y nos hace crecer. Estamos llamados a vivir como familia de Dios.
En esta familia, la esperanza es nuestro estandarte.
Trabajar por la paz desde el amor fraterno es nuestra gran misión.
Presentación en power point: III Domingo de Adviento
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