3r Domingo de Adviento - ciclo C
Sofonías 3, 14-18.
Filipenses 4, 4-7.
Lucas 3, 10-19.
Grita de júbilo, Israel, alégrate y goza de todo corazón, Jerusalén. El Señor será rey en medio de ti... Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra… Con estas palabras el profeta Sofonías invita a su pueblo a vivir ya el júbilo de una promesa. Es la alegría anticipada del que espera la plenitud. ¿Cuál es el motivo? La presencia de Dios. Cuando Dios reina en nuestra vida nos sentimos bañados en su amor y esto nos da fuerzas y nos ilumina el corazón.
Filipenses 4, 4-7.
Lucas 3, 10-19.
Grita de júbilo, Israel, alégrate y goza de todo corazón, Jerusalén. El Señor será rey en medio de ti... Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra… Con estas palabras el profeta Sofonías invita a su pueblo a vivir ya el júbilo de una promesa. Es la alegría anticipada del que espera la plenitud. ¿Cuál es el motivo? La presencia de Dios. Cuando Dios reina en nuestra vida nos sentimos bañados en su amor y esto nos da fuerzas y nos ilumina el corazón.
Comenzamos este domingo
con una lectura que nos habla de la alegría por una promesa. De aquí pasamos al
clamor del último profeta, Juan Bautista, que leemos en el evangelio. Su
mensaje es exigente: ¡hay que preparar la venida del Señor! La gente lo escucha
con atención porque es un hombre auténtico, que dice las verdades sin miedo y
no vacila ante nadie. ¿Qué tenemos que hacer?, preguntan. Juan responde con
unos consejos muy sencillos, de sentido común, de caridad elemental. Exhorta a
cumplir con las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, vestir al
desnudo, compartir los bienes. Y también recuerda los mandamientos de la ley:
no robar, no ejercer violencia, no abusar del poder. La fe no se puede separar
de las obras. La fe se vive en el día a día, con acciones concretas.
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