5º Domingo Ordinario - B
Job 7, 1-7
Salmo 146
1 Corintios 9, 16-23
Marcos 1, 29-39
«¡Ay de mí si no anuncio el evangelio! Si lo hiciera por
gusto, esa sería mi paga. Pero si lo hago a pesar mío, es que me lo han
encargado. ¿Cuál es la paga? Precisamente, anunciar el evangelio de balde…»
Estas frases de san Pablo son muy conocidas. Pero pueden
malinterpretarse, como si se viera forzado, obligado a evangelizar. ¿Es posible
anunciar una buena noticia por simple y mera obligación? ¡No! Pablo, más tarde,
dice que «siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los
más posibles…» ¿Cómo entender esto?
No podemos imaginar a un Pablo severo, ceñudo y combatiente,
anunciando a Cristo con la sola fuerza de voluntad, casi a regañadientes. ¡No
hubiera convencido a nadie! ¿Por qué Pablo entusiasmó a tantos? ¿Por qué siguió
evangelizando, contra viento y marea, feliz y sereno incluso cuando lo
apaleaban o cuando lo metieron en la cárcel? Porque ardía, estaba lleno de
amor y de alegría, lleno de Jesús, y toda su vida era anunciar aquella noticia que le había
transformado por dentro.
Sólo desde un amor intenso y arrebatador se pueden entender
estas expresiones. Pablo era libre, ¡no se puede amar si no hay libertad! Pero
esa misma libertad lo empujó a darlo todo por el amado, por Jesús, por
anunciarlo. Cuando dice que se hace «esclavo» quiere decir que se adaptó a todo
tipo de ambientes, renunciando a sus costumbres, a sus hábitos e incluso a su
cultura para poder empatizar y conectar con las gentes. Se liberó de sus
propios esquemas para configurarse con Cristo. Pablo hizo lo que hace todo buen
misionero: integrarse en el lugar a donde va, aprender su cultura, su historia,
sus hábitos; hacerse uno con los habitantes de ese lugar y aprender a hablar su
lenguaje. Así, siendo uno con ellos, pudo hablarles de Jesús y su buena nueva.
¿Cuál es esa buena noticia, ese evangelio? La buena noticia es que Dios nos ama, Dios nos da vida,
Dios viene hoy a aliviar nuestro dolor y a darnos esperanza. Nuestra vida tiene
sentido, y un sentido muy bello. La primera lectura de hoy nos muestra la
desesperación de Job, tan humana, en medio su dolor inicuo. El salmo nos
muestra el gozo de quien siente que Dios ha venido a sanar los corazones
destrozados. El evangelio nos relata cómo Jesús cura a la suegra de Pedro y a
cientos de enfermos. Dios viene a darnos vida, salud, fuerza, alegría. Dios es
un Dios de vida y no de muerte. ¿Cómo callar un mensaje así?
Descarga la homilía en pdf aquí.
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