5º Domingo de Pascua B
Evangelio: Juan 15, 1-8
Seguimos leyendo estos capítulos de Juan, que corresponden a las palabras que Jesús dirige a sus discípulos en la última cena: su testamento, su última voluntad. Son palabras profundas que también se dirigen a nosotros hoy.
Jesús utiliza diversas imágenes para definirse ante los
suyos. Hoy dice: Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos.
La viña era una imagen muy querida para los judíos. En su
tradición, la viña representaba el pueblo de Israel, y el amo de la viña era
Dios, que la cuidaba y esperaba recibir de ella buenos frutos.
Ahora, Jesús toma esta imagen y dice que él mismo es la viña.
Esta viña no será como aquellas vides que dieron agrazones, tampoco será la
cosecha arrebatada por los malos viñadores. Jesús es la buena viña, que da
mucho fruto. Y quienes se adhieran a él y lo sigan, serán sarmientos de esa vid.
¡También darán mucho fruto!
Jesús es la vid… y nosotros, los sarmientos. Todos aspiramos
a crecer y a dar fruto en nuestra vida. Todos tenemos un anhelo, un propósito,
un deseo de hacer el bien o dejar una huella a nuestro paso por esta tierra. Dar
fruto es, en el fondo, algo que nos hace inmensamente felices. El ser humano se
siente realizado y completo cuando su vida es fructífera, en obras y en amor.
¿Qué ocurre con las vides? El buen labrador, para que
crezcan y den mejor uva, las poda. También a nosotros «la vida nos poda»: Dios
permite que afrontemos dificultades y desafíos a fin de que aprendamos,
soltemos lastre, nos centremos en lo importante y podamos crecer. Las pruebas
que nos trae la vida son podas muchas veces necesarias si sabemos extraer una
enseñanza de ellas. Otras veces, la poda será tener la capacidad de renunciar a
todo aquello que nos distrae, nos roba energías y nos despista de hacer el
bien. ¡De cuántas cosas hemos de hacer poda en nuestra vida! Dicen los expertos
en crecimiento personal que, si seguimos nuestra auténtica vocación y nos
centramos en nuestros verdaderos talentos, seguramente tendremos que dejar de
lado hasta el 80 % de las cosas que nos ocupan.
Pero no basta la poda. El sarmiento, para que la savia corra
por él y esté vivo y dé fruto, necesita estar bien arraigado en el tronco de la
vid. Jesús nos dice: arraigad en mí, bebed de mi vida, uníos a mí y daréis mucho
fruto. Tremenda es esta frase: «Sin mí no podéis hacer nada». ¿Qué significa?
No es que seamos impotentes ni inútiles. Pero sin Jesús, sin seguir sus pasos,
su vida de entrega, lo que hagamos no valdrá mucho la pena. Si no bebemos de su
amor, si no nos dejamos enseñar por él, nos vamos a perder. Seremos como
sarmientos cortados, que se secan y no dan fruto. Sólo valen para quemar.
Jesús sabe y no engaña. Jesús nos ama, como amó a sus
discípulos. Por eso nos urge a estar unidos a él. La unidad es fuente de vida;
la división y la ruptura son origen de la muerte. Uníos a mí, como los
sarmientos a la vid, dice Jesús, y daréis fruto. Vuestra vida estará llena de sentido
y seréis inmensamente felices.
Florecer, cada cual en sus talentos, al servicio de los demás, es la gloria de Dios. Y en comunión con Jesús, todo cuanto pidamos nos será dado. Porque lo que pidamos será bueno y en sintonía con él. En su momento, y como él lo vea mejor, ¡Dios nos lo dará!
2 comentarios:
Con El todo. ......sin el Dios de vida nada
Muy buena reflexión y explicación. Nos ayuda mucho a la comunidad. Muchas gracias y bendiciones.
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