1 Domingo Adviento - B from JoaquinIglesias
Primer domingo de Adviento
Estad, pues, alerta,
velad y orad, que no sabéis cuándo será el tiempo… Velad porque no sabéis
cuándo llegará el dueño de la casa: si a la tarde, la medianoche o al canto del gallo, al
amanecer. No sea que, viniendo de repente, os encuentre dormidos… Velad.
Mc 13, 33-37
Velar es propio de quien ama
Velad, porque no
sabéis el día ni la hora en que
vendrá el Señor. El evangelio que inaugura el Adviento nos invita a una actitud
muy cristiana: velar. Muchos son los textos que nos aconsejan estar siempre alerta:
velad, escuchad, estad a punto... Estas palabras pueden atemorizarnos,
porque sugieren que Dios se presenta sin aviso, sorprendiéndonos. Pero los
cristianos hemos de ir más allá del temor. Velamos porque esperamos al amor de
nuestra vida. Estamos atentos porque amamos. Velar es propio de los enamorados,
siempre aguardando la llegada del amado.
Dios siempre viene a
nosotros. Todo el tiempo es suyo, y cada día se hace el encontradizo con el
hombre a través de personas, situaciones, acontecimientos... Las palabras del
evangelio, “velad”, nos exhortan a vislumbrar su presencia constante entre
nosotros.
La actitud de alerta es
propia del cristiano. La imagen del centinela que nunca baja la guardia refleja
a la persona que no deja pasar un solo día sin prestar atención, sin estar
atenta a los demás, sin ser consciente de que Dios impregna toda su vida.
Velemos, porque cada hora es la hora de nuestro Señor.
¿Qué esperamos en Adviento?
Para los cristianos,
Jesús es la culminación del Adviento. Podríamos decir que él es nuestra
esperanza. Pero los que participamos asiduamente en la eucaristía somos
cristianos post-pascuales. ¿Qué significa esto? Significa que ya hemos dejado
atrás la etapa de espera. En nuestra etapa de catecumenado alimentábamos la esperanza de encontrarnos
con el Jesús histórico, una figura humana muy atractiva que nos llamaba a dar
un paso más. Con el bautismo, revivimos su muerte y resurrección y llegamos al
Jesús pascual. Y, con la eucaristía, finalmente, permanecemos con Jesús
sacramental.
Después de recibir el
bautismo, con nuestra participación en la eucaristía, ya estamos instalados en
la caridad. Jesús ya habita en nuestro corazón y no vivimos de la esperanza,
sino de la experiencia viva del resucitado.
Os invito, en este tiempo
de Adviento, a vivir el sentido de la auténtica
esperanza cristiana , a comprender lo que significa que Cristo
venga. Él ya está con nosotros, pero son muchos los que aún lo esperan. El
cristiano que vive esperanzado y se
siente salvado se convierte en bandera de esperanza para aquellos que no la
tienen o que no saben esperar el gran encuentro con Cristo en sus vidas.
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