2024-02-16

Convertíos y creed en la buena nueva

1r Domingo de Cuaresma B

Evangelio: Marcos 1, 12-15



El evangelio de Marcos es breve, pero intenso como un cuadro impresionista. Hoy, con cuatro pinceladas nos traza dos escenarios: Jesús en el desierto, preparándose para su misión, y Jesús en camino, por Galilea, iniciando su tarea.

Como un buen caballero de la antigüedad, Jesús se prepara antes de la batalla. Los caballeros medievales pasaban una noche en vela y oración antes de ser armados. Jesús pasa cuarenta días en el desierto, en vela y oración, para revestirse de la fuerza divina.

Cuarenta es un número simbólico que expresa el periodo necesario para un cambio. Cuarenta fueron los años de peregrinaje de Israel por el desierto. Cuarenta años representan dos generaciones: periodo suficiente para que se dé un cambio cultural. Curiosamente, cuarenta son los días, según los neurólogos, que tarda en consolidarse un nuevo hábito en nuestras redes neuronales.

Pero ¿qué sucede en el desierto? En los espacios de oración y silencio nunca estamos solos. Jesús está rodeado de la naturaleza salvaje, como Adán en el paraíso. Pero también recibe una visita menos amable: la de Satanás, el Enemigo, que lo tienta, tratando de apartarlo de su camino, o incitándolo a conseguir sus metas de forma torcida. Jesús batalla con el ángel caído, pero su Padre también le envía otros ángeles amigos que lo sirven. Jesús en el desierto aparece como un auténtico hijo de Dios: rodeado de las fieras salvajes, que simbolizan la creación; batallando con el Maligno y servido por los ángeles.

Jesús supera la prueba. Y «después que Juan fue entregado», marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios.

Recordemos que Jesús estuvo con Juan en la ribera del Jordán. Se hizo bautizar por él. Marcos y los sinópticos no lo recogen, pero el cuarto evangelio nos habla de Jesús conviviendo con Juan Bautista y compartiendo sus primeros discípulos con él. Al final, Jesús forma un grupo que se va distanciando del Bautista. Y sólo cuando Juan es encarcelado, por orden de Herodes, Jesús inicia definitivamente su misión.

La misión de Jesús se diferencia de la de Juan. Ambos piden conversión: un cambio de mentalidad, un cambio de vida. Pero Juan añadía: penitencia. Arrepentimiento, bautismo purificador y espera del juicio que ha de llegar.

Jesús añade: creed. Creed en la buena noticia. ¿Cuál es? El texto original del evangelio dice literalmente: «ha llegado el Reino de Dios». Ya no es algo del futuro, ya no es una promesa, sino una realidad. El reino está aquí porque Dios está con vosotros. Y su presencia se concreta en el mismo Jesús. El reino ha plantado su semilla en esta tierra y ahora sólo necesita manos y corazones abiertos que crean y trabajen por él.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por sus reflexiones. Ayudan mucho. Dios le bendiga.